Mauritania
 
 
La inmensidad del desierto, sabor de la libertad, simplicidad de la vida nómada, fascinación del horizonte sin límite, kilométricas playas vírgenes, noches junto al fuego y sin techo, sensualidad de las formas, paisajes despojados de sus vestimentas,... eso y mucho más es Mauritania.

Este territorio, a diferencia de otros lugares del desierto, supone un espacio habitado por una población que extrae de sus entrañas lo esencial para la subsistencia. Los pastores hacen de este duro enclave un desierto humano y vivo. Aquí encontraremos la historia viva , otras culturas que viven con unos modelos ya olvidados en Occidente. Los nómadas con el aislamiento y su feroz voluntad de preservar su identidad, son los últimos guardianes de tradiciones que se remontan al alba de la humanidad.

Las Ciudades de las Caravanas (Wadan, Chinguiti, Tichit y Walata) hoy patrimonio de la humanidad, son un buen objetivo para justificar una visita a este entrañable país. Todas tienen una arquitectura peculiar y bien diferenciada entre ellas. Bibliotecas con manuscritos medievales, medersas o escuelas coránicas, calles con un trazado urbanístico revolucionario en su época, donde ya se contemplaban espacios públicos para el descanso y el juego. Todas estas ciudades han quedado fuera del alcance de la mano por su complicado acceso. De esto se salva Chinguiti que hoy tiene una excelente pista que la une a el Atar. Enclavadas entre los mares de dunas y las montañas del Adrar, Tagant o el Hodh, y siempre rodeadas de verdes palmerales donde primorosamente se cultivan pequeñas huertas. Walata no tiene palmeral , pero a cambio os ofrece una decoración única de sus moradas hechas con estuco y delicadamente pintadas con las manos en blanco y ocre.
 
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