Pekín es enorme, colosal, inabarcable. Harían falta meses para recorrerla y descubrir todos sus rincones. Pero lo que el viajero pueda ver en sus pocos días de travesía es suficiente para imaginar, y tan sólo imaginar, la ambición y la riqueza de una civilización que se ha visto siempre a sí misma –y no con la arrogancia de Europa sino con un sabio silencio– como el centro del mundo. Porque eso significa China (Chung wo): el ``país central´´. Y Pekín es su corazón.
Lugares de interés
El recinto imperial, construido entre los siglos XIV y XV, constituye toda una ciudad. Cientos de tejados se superponen a nuestros ojos sin alcanzar nunca el horizonte. Ya debía de ser grande para dar cobijo a las 900 esposas que llegó a tener uno de los emperadores. El escenario, de rojo chillón combinado con oro, derrocha lujo y opulencia. Kilómetros y kilómetros de mármol cubren el suelo ya desgastado; grandes esculturas en jade decoran las cámaras y los pequeños puentes que unen las diferentes residencias están tallados con elegancia. Aunque se trate del lugar más turístico de la ciudad, sin duda merece la pena visitarlo, pues es más que un edificio: es el símbolo de todo un imperio.
Para entrar en la Ciudad Prohibida hay que pasar por la plaza de Tiananmen. Un monumento Patrimonio de la Humanidad. Pero sin duda una visión sobrecogedora es la de la Gran Muralla. Pekín cuenta con tan sólo una parte de ella, que en su totalidad se extiende a lo largo de 7.000 kilómetros (visibles desde la luna).
Idioma
El dialecto oriundo de Pekín es el mandarín, que constituye a su vez la lengua oficial del país.
Moneda
La unidad monetaria del país es el yuan.
Clima
Continental. Veranos calurosos e inviernos muy fríos.
Gastronomía y restaurantes
El acto de comer continúa siendo sagrado y el crisol de culturas (China cuenta con 56 nacionalidades distintas) se ve reflejado en los puestos de comida regional de Pekín, desde el famoso pato laqueado, tradicional plato mandarín, hasta los kebabs que preparan los chinos musulmanes de Sinkiang, región que linda con Kazajistán, Tayikistán, Afganistán y Kirguizistán.
Existen varias posibilidades a la hora de comer en Pekín. Se pueden probar los animados puestos ambulantes o acudir a alguno de los restaurantes populares, al estilo comunista, como el Lao Beijing, al que rara vez van los turistas. El Quanjude Kaoyadian (32, Qianmen Dajie, distrito de Chongmen) está especializado en pato laqueado. Pero fuera de los hoteles será imposible hallar cocina internacional, salvo los McDonald’s. |